domingo, 21 de octubre de 2012

En Reflexión... 5


En Reflexión... Mujeres y economía. Nuevas perspectivas para viejos y nuevos problemas.
Los padres fundadores Por Jean Gardiner

Autoras:
Diana Castillo Alarcón.
Lorena González Rodríguez.
Aketzali Martínez Santiago.

Introducción:

A lo largo de las escuelas de pensamiento económico se han planteado una serie de supuestos y teorías económicas que tratan de explicar la realidad social en la que vivimos, cada una de estas escuelas tiene representantes que gracias a sus publicaciones sirven como pilares para nuevas formulaciones apoyando sus ideas o refutándolas, en este texto se estudian tres corrientes económicas, sus respectivos representantes y sus argumentos principales; estas corrientes son:
1. El pensamiento de los clásicos
2. El pensamiento marginalista o neoliberalismo
3. El marxismo
En cada una de ellas se analiza bajo que lupa se explicaba la realidad económico-social y se muestra el sesgo que se tenía con respecto al análisis del trabajo doméstico y la importancia de la mujer en la economía.

Smith, Ricardo y la escuela económica clásica.

La escuela clásica de la economía, se inauguró con Adam Smith y su preocupación por explicar el funcionamiento del sistema capitalista industrial, que se comenzó a desarrollar en el S. XVII y principios del S.XIX en Gran Bretaña. Adam Smith estructuró una teoría en la que se indicó al trabajo productivo como aquel que producía bienes tangibles y no como aquel que producía servicios. Definió también que la estimulación para la acumulación de capital se daba por el interés personal individualista y que esta acumulación era posible gracias a la eficiencia del proceso productivo. Tal eficiencia se daba como consecuencia de la división social del trabajo y por la especialización del mismo, sin embargo, la premisa de las ventajas de la especialización para la eficiencia fue rechazada por algunos críticos, argumentando que estaba injustificada, pues en realidad la especialización surgía por la posibilidad de controlar los procesos de producción de fuerza de trabajo especializada por el capitalista, permitiendo la expansión de los beneficios a comparación de los salarios y el consumo de los trabajadores.

De esta manera, podemos subrayar la exclusión del trabajo doméstico en la teoría de la economía política clásica, denominándola irrelevante o invariable aunque, implícitamente en el trabajo de Smith, se logra divisar la contraposición que señala entre hogar y mercado, argumentándose que el hogar es un lugar en el que domina el altruismo y la moralidad (viendo a las mujeres como procreadoras de las siguientes generaciones de trabajadores), distinguiéndolo del mercado donde domina el interés personal egoísta, por lo que en el hogar no puede darse la acumulación de riqueza pues no existe división social del trabajo, especialización o el intercambio, es decir, no existe la productividad.

Smith incluyó un componente humano en el incremento del valor capital nacional: la educación, brindándole así, un carácter productivo a este último, empero, no logró una asociación entre capital “humano” y trabajo doméstico. Más adelante en la historia del pensamiento económico de la escuela clásica, encontramos a Malthus y a Ricardo, los cuáles no hacen referencia al trabajo doméstico ejercido por las mujeres en las tesis que desarrollaron, mínimamente las mencionan como reproductoras biológicas en la teoría de la población de Malthus, mientras en Ricardo se puede reconocer que la reproducción de la fuerza del trabajo se observó como un proceso social, sin embargo, éste último autor también deja fuera de su teoría el papel del trabajo doméstico de la mujer.

Mill y Taylor, a diferencia de los antiguos planteamientos clásicos consideraban que la mujer no sólo servía para continuar la reproducción de la sociedad de hecho la ponían en primer plano pues ambos la consideraban un elemento importante dentro del desarrollo de los ciclos  económicos. Creían que el papel de ellas en las familias era fundamental para el bienestar de estas últimas y proponían cambiar los métodos bajo los cuales las sociedades las habían mantenido; suponían que se debían de modificarse los enfoques que se tenía acerca de la mujer como ama de casa y como elemento maternal, proponían que se debía cambiar el método de educación bajo el cual se encontraban (ser educadas para ser buenas amas de casa y esposas ejemplares) para eliminar la sumisión que tenían ante los hombres y cambiar la dependencia por independencia (no deberían depender de los hombres y tendrían que valerse por sí mismas). Taylor y Mill apoyan la idea de independencia femenina así como el poder de elección con el cual deben contar todas las mujeres, pues al igual que los hombres deben contar con todos los derechos necesarios que brinda la sociedad, buscaban entonces una asociación entre iguales.

A pesar que Mill y Taylor llegaron más lejos que muchos economistas clásicos al reconocer a la mujer con una grande aportación económica, continuaron excluyendo el trabajo domestico de su definición de trabajo productivo.

Marginalismo

En la escuela marginalista el trabajo domestico y la posición de la mujer quedaron marginados debido a que
la principal preocupación consistía en los mercados (se estudiaba la intersección de oferta y demanda y la interacción de compradores y vendedores)  y los precios como medida de valor, la utilidad se convertiría en la principal fuente de valor y el trabajo quedaría en segundo plano.

Marshall reconoció que el trabajo domestico de las mujeres era el componente más importante de la inversión en el capital humano, pero a pesar de esto, seguía sosteniendo la idea que el papel que mejor podría jugar la mujer no era en las fábricas, sino en el hogar manteniendo la integridad de la familia, por lo que su educación debía inclinarse hacia la maternidad y el matrimonio, deberían de imponerse restricciones al empleo femenil para garantizar la dedicación de las mujeres en el hogar.

Los escritos marginalistas reflejaban la necesidad de una invención estatal que mantuviera a las mujeres en su papel de amas de casa y madres, el Estado debía proporcionar ayuda a las madres que no contaran con los suficientes recursos para evitar que fueran en busca de empleo y abandonaran su posición en el hogar, así mismo se debería implantar a las niñas la información suficiente para que al ser grandes lleguen a ser buenas amas de casa.

Marxismo

Esta escuela económica llega más lejos que las dos anteriores- la escuela clásica y la marginalista- ya que plantea las relaciones de producción como un proceso histórico, que marca cambios fundamentales en las relaciones sociales, las cuales funcionan como soporte para la actividad económica. Para Marx la forma específica en la que se daba la dominación de la fuerza de trabajo en el capitalismo producía no solo el valor suficiente para reponer su capacidad productiva sino que además existía una fracción de trabajo que excedía al valor de reposición (o sea, el plusvalor) y que una vez en la esfera de la circulación y a través del intercambio se realizaba la plusvalía, convirtiéndose en la ganancia del dueño de los medios de producción y comprador de la fuerza laboral, el capitalista.  Otro aspecto notable es que el capitalismo convertía clase diferenciadas de trabajo en trabajo abstracto por acción de las fuerzas del mercado lo cual lo convierte en un aspecto cuantificable y permite calcular la tasa de explotación.

Sin embargo debido a la conceptualización misma de Marx sobre el “trabajo productivo” -particularmente el que se da en el modo de producción capitalista, cuya característica imprescindible es que genera plusvalor, es decir, trabajo no remunerado adicional al necesario para reponer la fuerza de trabajo- no logra identificar al trabajo doméstico como generador de mercancías, en específico como aquel trabajo responsable de convertir las mercancías obtenidas del trabajo asalariado en nueva fuerza de trabajo; puesto que para Marx el trabajo doméstico no opera de acuerdo con las fuerzas del mercado (no es entonces trabajo abstracto), no produce plusvalor (no es fuerza de trabajo comprada por el capital) y no obedece a la intensificación natural del trabajo capitalista queda excluido de esta categoría  . En cambio se adopta una postura natural respecto a esto (la reposición de la fuerza de trabajo) asumiendo que el mismo instinto de conservación y reproducción de la clase trabajadora se encargará de llevar a cabo este proceso.

Conclusión

Las principales escuelas económicas analizadas excluyen rutinariamente al trabajo doméstico como  un factor importante para la reproducción del sistema económico; la única notable excepción y el primer intento formal por dar un papel más central a este trabajo y al sexo femenino en la economía lo constituyen las contribuciones de John Stuart Mill y Harriet Taylor.  No obstante, la necesidad de su estudio reside  en que estos antecedentes permiten enfatizar la importancia de la inclusión de la mujer en el quehacer y la evolución de la economía política.


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